Hay quienes aseguran que compartieron una cena hace unos pocos días. Hasta arrojan día, sede y horario. Incluso sugieren quiénes integraron el reducido número de comensales. Sin embargo, ellos niegan la existencia de ese encuentro. Más allá de las habladurías sobre lo que pueda haber pasado realmente o no en el edificio de calle Muñecas al 700 en la noche del miércoles, lo cierto es que la relación personal entre Osvaldo Jaldo y Germán Alfaro se recompuso y que los vínculos políticos entre ambos están forjando una incipiente reconfiguración institucional en la provincia.
Ni los colaboradores del gobernador electo ni los del intendente saliente se atreven a dar fe o a desmentir la versión del asado, pero tampoco pueden ocultar los lazos que se han ido tejiendo con sigilo desde la misma noche del 11 de junio. En rigor, a los indicios de las últimas semanas le sucedería la primera prueba concreta de esa alianza. Este mismo lunes, horas después de la elección presidencial y seguramente desvelados, jurarán en sus bancas los 18 nuevos concejales de San Miguel de Tucumán. Más allá de lo formal, el acto tiene trascendencia política porque se constituirá la mesa de conducción del Concejo, y los nombres de quienes integren ese espacio dirán mucho acerca del nuevo mapa de alianzas.
Ocurre que al margen de la curiosidad sobre los resultados de los comicios de mañana, la cabeza de Jaldo está dedicada centralmente a lo que sucederá después. Lo corrobora su nula injerencia en la campaña electoral luego de las PASO, delegada directamente al gobernador saliente Juan Manzur. El tranqueño ocupó sus horas en delinear su gabinete y en cubrirse políticamente para superar al manzurismo. En ese afán conversó con opositores, les pidió paciencia y colaboración ante eventuales chisporroteos que le puedan surgir desde el propio peronismo y los sedujo con un esquema de poder más transversal que partidario. Ese diseño parte desde el mismo gabinete con el que trabajará.
Tanto jaldistas como manzuristas que tenían aspiraciones hacen esfuerzos para disimular el malestar con el que conviven. Algunos lo exteriorizan en charlas informales, otros en entrevistas y un par con decisiones simbólicas. Por ejemplo, cuentan que el ¿por ahora? secretario de Coordinación del Ministerio de Obras Públicas, Marcelo Caponio, no aceptó ir a la Casa de Tucumán en Buenos Aires (en su lugar finalmente estará el ex vicegobernador Sisto Terán). O que el manzurista Gerónimo Vargas Aignasse jurará como legislador pero que de inmediato pedirá licencia, molesto por el destrato recibido. Dentro del oficialismo, el acople del funcionario nacional fue uno de los que mejor perfomance electoral en la Capital tuvo en junio, en un empate técnico con la colectora estrella del jaldismo.
Algunos están enojados por no ocupar lugares de relevancia en la Casa de Gobierno y otros por ser enviados al sexto o séptimo piso de la Legislatura, donde se ubican los parlamentarios rasos. Precisamente, la configuración de la línea de sucesión en la Cámara despierta los mayores rezongos dentro del oficialismo y podría significar el primer cruce en la oposición. Como ya se dijo, Jaldo diagramó un esquema en el que la presidencia subrogante recaerá en el manzurista Sergio Mansilla y en el que la vicepresidencia primera sería para los bloques opositores. Por preferencia de “El Comisario”, la prioridad la tiene el alfarismo, que sentará en el recinto a Alfredo Toscano, a Rodolfo Ocaranza, a Claudio Viña, a Walter Berarducci y a Rolando “Tano” Alfaro. Son cinco bancas, una menos que las obtenidas por los radicales de Juntos por el Cambio: Silvia Elías de Pérez, José Cano, Agustín Romano Norri, José Seleme, Mariano Campero y Raquel Nievas. En este espacio no se resignan a que Toscano sea el elegido y pugnan por ese lugar. Sin embargo, hay varios obstáculos. Por un lado, el veto a los dirigentes de alto perfil, como Elías de Pérez y Cano; por el otro, las dificultades propias del radicalismo para acordar un bloque único. En estos últimos días, la ex senadora sugirió que Romano Norri sea el nombre de unidad que propongan, pero la discusión en la UCR todavía está lejos de zanjarse. A los correligionarios, siempre apegados a las discusiones republicanas e institucionales, podría quedarles como premio consuelo el lugar por la minoría para el Consejo Asesor de la Magistratura (CAM). Por lo pronto, Romano Norri goza de una particularidad: es una suerte de péndulo que oscila de un extremo a otro dentro de JxC, porque fue uno de los radicales más alfaristas durante los ocho años en los que condujo el bloque de concejales de esa alianza en la capital. Como se verá más abajo, eso le valió quedar en el medio del tironeo.
Tras terminar de definir la mesa de autoridades, en el oficialismo deberán resolver cómo hacer converger las diferencias entre manzuristas y jaldistas dentro de la Cámara. Mansilla tiene la misión de garantizar un bloque de 34 legisladores, pero el asunto es quién reúne las condiciones para conducirlo sin que haya reparos entre ambos espacios. En las últimas horas, surgió la chance de que continúe en ese rol Roque Tobías Álvarez, el único político tucumano en actividad que fue electo tanto en los comicios de 1983 como en los de junio pasado, a la vuelta de 40 años de vigencia democrática. El otro nombre que suena es el de Aldo Salomón, aliado en el este del gobernador electo, a quien se menciona para la vicepresidencia segunda de la Legislatura.
Desde luego, la definición de los lugares de preponderancia en el edificio de Muñecas y avenida Sarmiento va de la mano de lo que suceda este domingo en las elecciones y de lo que se resuelva el lunes, en el Concejo Deliberante. Por eso la consolidación de la alianza política entre Jaldo y Alfaro es vital. Las señales de este acercamiento se intensificaron el jueves, cuando el aún vicegobernador recibió junto al futuro ministro del Interior Darío Monteros a dos delegados comunales electos por Juntos por el Cambio. Lo curioso es que ambos comisionados están ligados al líder del Partido por la Justicia Social: Alejandro Quinteros (Río Colorado) es cercano a Rolando Alfaro y Cristian Argañaraz (Los Bulacios) a Héctor “Pelado” Argañaraz, presidente del consorcio metropolitano para la gestión de los residuos. El “trofeo” fue exhibido en las redes sociales de Jaldo y de Monteros.
Esto hace presumir que Fernando Juri, con el impulso de Jaldo, no tendrá mayores sobresaltos para continuar al frente del Concejo capitalino el próximo año, ya que la vicepresidencia primera sería para un alfarista y la vice segunda para el bussismo. Estas alianzas le permitirían ser electo sin depender del manzurismo, todavía molesto por el desplante. ¿Cuál es la opinión de la intendenta electa, Rossana Chahla, sobre estos movimientos? Lo único concreto es que el ex vicegobernador no era de su predilección y que no fue consultada acerca de esta rosca. Ayer al mediodía, Alfaro reunió a los cuatro concejales electos por su espacio para diagramar los pasos a seguir y disponer que Carlos Ale sea quien secunde a Juri en la mesa de autoridades. De paso, les avisó que ofrecerá al radical Federico Romano Norri (h) la presidencia del bloque alfarista. ¿Un intento por dividir al ya desmembrado radicalismo? Si los hermanos Romano Norri juegan con el alfarismo, el radicalismo tendría tres ediles (Leandro Argañaraz, José María Canelada y Gustavo Cobos) y cinco legisladores. Tras una charla con su hermano Agustín entre jugada y jugada del partido entre Los Pumas y los All Blacks, “Cucho” decidió rechazar la titularidad del bloque “Juntos por Tucumán” y armar un unibloque. Resta ver qué pasará en la Legislatura, aunque la intención de ambos es resistir más que la defensa argentina los embates alfaristas.
El bussismo, que tuvo un lugar en la conducción legislativa durante el segundo mandato de Jaldo, le reza a la estampita de Javier Milei. El resultado de mañana –y mucho más el de un eventual balotaje presidencial- puede determinar el grado de gravitación que tenga Fuerza Republicana en los próximos cuatro años, a pesar de que la pesca de bancas fue muy mala en junio: dos legisladores y dos concejales en la capital. Por lo pronto, es más factible que un edil ligado a Ricardo Bussi (Ramiro Ortega) se siente en el tercer lugar de conducción del cuerpo deliberativo municipal a que FR mantenga ese rol en la Cámara, donde la disputa se circunscribe a alfaristas y radicales, únicamente.
El desenlace de la transición capitalina es más trascendente de lo que parece, e involucra a funcionarios municipales claves en la estructura de Alfaro cuyo futuro se puso en debate: como la secretaria general de la intendencia María Inés Figueroa y el fiscal municipal Hernán Colombres. La primera mantuvo línea directa con Juri pero fundamentalmente con el secretario del Concejo, Néstor Varela. Por lo pronto, ningún alfarista está en los planes de Chahla para el próximo mandato. En el medio, subyace una puja por una caja de $ 112 millones mensuales para contener a poco más de 2.000 empleados políticos en un cuerpo de 18 concejales.